Silvia Monzón Reviejo- Psicóloga Especialista en Psicoterapia- miembro Escuela de Psicoterapia y Psicodrama en España. En su artículo titulado; "Psicoterapia psicodramática Bipersonal: reconstruyendo la identidad y los déficits afectivos en los Trastornos Límite de la Personalidad (TLP). Un nombre propio", nos brinda una guía sobre la realidad psíquica de estos sujetos. “El inicio de la patología borderline, pensado desde un punto de vista evolutivo, se situaría antes de la diferenciación estructural, es decir, antes de que se desarrolle la diferenciación relativamente estable entre la representación de uno mismo y de los demás. Esto conlleva en las personalidades borderline un déficit estructural de la personalidad del individuo, originando una fragilidad en su identidad. Esta “fragilidad yoica” se traduce en el individuo en un mínimo de tolerancia a la frustración, donde los golpes mínimos lo viven con mucho impacto emocional, las vivencias son de desajuste, se disocian, se sienten vulnerables sin tener mecanismos de defensa más evolucionados y fuertes que les puedan proteger. Se rompe la identidad, la continuidad, la coherencia del self, entrando en desajustes prepsicóticos, paranoides o esquizoides”[1].
En la práctica del Psicodrama, hay que tener en cuenta que los pacientes con un Trastorno Límite de la Personalidad son bastante vulnerables emocionalmente, muchas veces son categorizados como prepsicóticos. Por esta razón, en primera instancia, es preferible realizar varias entrevistas preliminares con estos pacientes con el fin de determinar el momento en el que sería factible cualquier tipo de intervención. En este punto, se considera que existe amplia concordancia a nivel general dentro de las psicoterapias. Es por demás prudente conocer el terreno antes de confundir el mapa con la realidad, retomando las palabras del Psicólogo Marcelo Vacacela, expresadas en una de sus clases[2].
Entorno a lo recién mencionado y al Psicodrama (Monzón 2005) señala; “En primer lugar queremos partir de la base de que el tratamiento de los pacientes con patología borderline tiene como objetivo cubrir las carencias afectivas que estos pacientes han sufrido, así como la reestructuración de su identidad y valoración de sí mismos, donde la cura se establece más que nunca a través de la relación con el terapeuta”[3].
Una vez establecida una buena alianza terapéutica, el siguiente paso sería comenzar un proceso de integración del paciente. Si bien es cierto, la relación terapéutica basada en los tres componentes humanistas de la terapia del psicólogo norteamericano Carl Rogers; Aceptación incondicional positiva, Genuinidad y Empatía, favorecen esta integración; adicionalmente el mismo Psicodrama puede ser utilizado con este mismo fin.
Es decir, se podría considerar que el psicólogo, luego de establecer una buena alianza terapéutica, pueda intervenir mediante el Psicodrama Bipersonal con escenas orientadas a reforzar áreas de integración que fortalezcan en cierta media el yo del paciente. Entonces, la transición desde el reforzamiento del yo a la dramatización, no se vería forzada y además trasmitiría en mensaje de unicidad, el cuál, es precisamente el que se busca dar al paciente en ese momento. En los inicios de esta fase, es indispensable considerar bordear la problemática del paciente con sutileza. En ese periodo, no se recomienda ingresar a escenas traumáticas, ya que pueden generar bloqueos o acting-outs. “Para comenzar hay una regla de oro en el Psicodrama: ir de lo superficial a lo profundo, de la periferia al centro”[4].
Como se mencionó, son varias las precauciones que se deben tomar con pacientes diagnosticados con Trastorno Límite de la Personalidad, desde el Psicodrama, esto referido por otros autores; “Partiendo de esta base, lo primero que hay que intentar evitar, sobretodo en los primeros meses del tratamiento, es recurrir a escenas pasadas y hacer reconstrucciones genéticas para frenar el impulso o bajar a niveles más regresivos, donde el paciente no va a poder manejar la situación y se va a llenar de angustia, rabia y frustración. Al no tener imágenes internas buenas ni de ellos mismos ni de los demás, hasta ya avanzados el tratamiento, no podrán contener las escenas pasadas. Los recuerdos son muy intensos y nítidos, se llenan de terror porque las vivencias han sido desgarradoras y no disponen de un mecanismo de represión fuerte, por lo que no es aconsejable la utilización del Psicodrama vertical al inicio del tratamiento. Al usar técnicas en las que se recurre al trabajo de escenas pasadas como forma de solucionar los conflictos, a diferencia de otro tipo de patologías, al no tener una identidad suficientemente fuerte, no pueden manejarlas, pueden perder en alguna medida el contacto con la realidad y que se sientan confundidos y disociados” [1/].
[1/] Monzón, S y Girol, C. (2002). “Relación y técnica: Posibilidades y obstáculos en el tratamiento de los trastornos borderline” extraído en Diciembre, 2009 del sitio Web de la Escuela de Psicoterapia y Psicodrama: www.psicodrama.es
[1]http://www.soyborderline.com/component/content/article/22/2374-psicoterapia-Psicodramatica-Bipersonal-en-pacientes-trastorno-limite-de-la-personalidad.html
[2] Vacacela. M. (2009). “Clase Técnicas proyectivas”. Ecuador: UEES.
[3] Monzón, S y Girol, C. (2002). “Relación y técnica: Posibilidades y obstáculos en el tratamiento de los trastornos borderline” extraído en Diciembre, 2009 del sitio Web de la Escuela de Psicoterapia y Psicodrama: www.psicodrama.es
[4] Dalmiro, Bustos. (1995)"Las Huellas de la Vida. La teoría de los Cluster" (Segunda parte). Fotocopia de Formación de Psicodrama, 2008.
Comentarios
Publicar un comentario