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Dr. Nestor Braunstein




Son tan pocas, por no decir prácticamente inexistentes, las oportunidades que uno tiene en la vida de pasar de leer un autor, a conversar con él en persona. Más de un estudiante de Psicología se habrá preguntado qué hubiera sentido si hubiese estado sentado en plena Sorbonne escuchando a Lacan dictar un seminario. Ahora imagine usted tener la oportunidad de dialogar o incluso de pasar todo un día junto a él…

“La memoria del uno y la memoria del otro”, fue el nombre del seminario que los estudiantes de Psicología Clínica de nuestra hermana Universidad Católica, apoyados por la Escuela Freudiana del Ecuador, habían preparado meses atrás. Siempre ha sido un placer poder asistir a un seminario de Psicoanálisis; asumo que porque uno bien puede aprender más en los tres días que este dura, que un semestre de clases regulares. El seminarista: el Doctor Néstor A. Braunstein, psicoanalista de origen argentino y escritor de múltiples obras que han alcanzado el reconocimiento internacional de su autor. A petición de un miembro de la Escuela Freudiana del Ecuador, mi compañero Octavio Huerta y yo tuvimos el honor de acompañarlo, en el rol de escoltas, a lo largo de la segunda jornada del seminario. Un día lleno de reflexiones y construcciones teóricas, las cuales queremos compartir con ustedes.

El día se inició en cuanto recogimos del hotel al doctor Braunstein para llevarlo hasta el canal de televisión de la Universidad Católica, en donde participaría en el programa “Mesa de análisis”. El abogado Alberto Franco sería el encargado de la conducción, en la que se trató el tema central del seminario: la memoria.
La conversación giró principalmente en torno a personajes históricos nombrados en el libro “Memoria y espanto”, de autoría de Braunstein, los cuales como ejemplos refuerzan la idea de que la memoria resulta engañosa, en tanto que esta vive inmersa en el discurso del sujeto, en un discurso que es objeto a su vez del inconsciente.

La segunda parada por realizar nos llevó a una agradable reunión con la profesora Josefina Rivera de Hidalgo, quien entrevistó al doctor para una publicación futura de la revista Magister. Una vez acomodados todos y con una taza de café en mano, la conversación se adentro en el tema de la memoria histórica, esta vez refiriéndose a la concepción de lo ocurrido en el holocausto de la segunda guerra mundial. Ante lo que el doctor manifestó: “…la historia la escriben los vencedores, entonces todos esos crímenes, que son crímenes pasivos colectivos donde murieron millones de personas, están borrados de la historia; es más, las propias víctimas no quieren pensar en su condición”.

La tercera instancia de conversación no implicaría una parada, por el contrario, aprovechamos el tortuoso tráfico del centro de la ciudad para conversar con el doctor en el carro. Mientras afuera los transeúntes desafiaban a los parachoques de los taxis, en el interior del vehículo conversamos acerca de la memoria biológica o filogenética: “Es esa memoria protopática, esa memoria de lo que sucede en nuestras vísceras, nos cuenta lo que sucede antes de la matriz y después existe toda esta memoria que transmite la tradición en la cual está el fundamento del superyó”

Ya por la tarde, el receso del segundo día de conferencia resultó el momento preciso para poder dialogar con el Dr. Braunstein. Los organizadores del evento nos invitaron cordialmente a pasar a una sala de reuniones bastante acogedora y cómodamente nos aprestamos Octavio, grabadora en mano, y yo a iniciar el coloquio. El tema que nos concernía, variaba un poco del de la memoria a lo que está ligado íntimamente a las universidades: al sujeto en las universidades y al saber en las universidades, en tanto que estas, en función del ritmo acelerado de la postmodernidad, se distancian cada vez más del saber. En medio de esta dicotomía se juegan varios discursos, ante lo que el doctor planteó: “…estamos en una época donde lo que se trata de transmitir es el discurso de la ciencia, porque hoy en día el amo ya no es la autoridad religiosa, ahora son la ciencia, la estadística, la política; ya no importa lo que piense el dirigente a, b o c; sino que lo que piense el dirigente a, b o c estará determinado por las encuestas realizadas, de manera tal que coexisten el discurso autoritario patriarcal, el discurso individualista del sujeto, sujeto autónomo del individualismo”.



La conversación avanzó hasta llegar al enfrentamiento del saber contra el hacer, de la epistemología contra la tecnología y la esclavitud que esta conlleva a los sujetos, en especial a los estudiantes. Pero para los estudiantes de psicología, ¿Cómo entender la postura que podemos tomar como profesionales en formación ante este malestar postmoderno? A esta interrogante el doctor respondió: “…la técnica es un objeto de pensamiento pues hay que pensarla”. La técnica es el arte de la manipulación de la realidad, de la visión del mundo. ¿Qué implica y significa esa manipulación?, que es justamente pensar sobre la relación del sujeto con la técnica. El sujeto se transforma en un apéndice de los aparatos que maneja y por eso es que el sujeto tiende a desaparecer (…) pensar sobre sí mismo y la relación con el aparato que maneja, sería aquello que le propone el psicoanálisis. ¿Quién eres tú? El que maneja el aparato. ¿En qué medida te puedes dar cuenta de que eres una extensión del aparato?, ¿En qué medida puedes poner un límite, para no ser sólo una extensión del aparato?. Entonces el tema del amor, la envidia o de la muerte, la memoria episódica no semántica, porque la memoria semántica si se estudia; se encarga de datos. En cambio la memoria episódica pasa a segundo plano, qué te ha pasado, por qué has llegado a ser como eres. El sujeto es el resultado de acontecimientos que le han sucedido, pensar sobre esos acontecimientos, esa memoria individual, ese pasado histórico de cada uno”.

Al mirar el reloj, nos percatamos de que era hora de terminar nuestra conversación, dado que el receso había llegado a su fin y el doctor debía seguir con su seminario. Parecía increíble pero en realidad tan solo habíamos conversado con él por veinte minutos, sin embargo ante una charla tan constructiva el tiempo pareció detenerse. Supongo que sería una tarea por demás compleja escribir sobre todo lo que alcanzamos a conversar, pero esperamos que este artículo haya podido transmitir algo de lo que alcanzamos más bien a aprehender.


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