NOMBRE COMPLETO: James Douglas Morrison
FECHA DE NACIMIENTO: 8 de Diciembre de 1943, Melbourne, Florida, USA.
ESCUELAS: St. Petersburg Junior College, Florida State University, UCLA.
ESTADO CIVIL: Soltero.
OCUPACIÓN: Voz Principal del grupo de rock; The Doors.
FECHA DE NACIMIENTO: 8 de Diciembre de 1943, Melbourne, Florida, USA.
ESCUELAS: St. Petersburg Junior College, Florida State University, UCLA.
ESTADO CIVIL: Soltero.
OCUPACIÓN: Voz Principal del grupo de rock; The Doors.
Biografía
Sus padres eran Clara Clarke y Steve Morrison. Tuvo 2 hermanos: Anne y Andy Morrison. Su Padre era un militar estadounidense (almirante del primer navío nuclear). Desde niño, su familia debió trasladarse por varias ciudades de Estados Unidos debido a la carrera militar de su padre y vivir en diversas bases militares (a los 14 años de edad ya había tenido 7 hogares). Según se cree, este tipo de vida sin apego a lugares o personas, caló profundamente en la forma de ser de Jim, tenía un negro sentido del humor, escribía poesía, pintaba un poco y leía vorazmente. La relación que llevó con su padres (en especial con su madre) y hermanos siempre fue la de quien no quiere ser parte ni comprometerse. A Jim lo confundía enormemente la autoridad que sobre él se ejercía ya que, en las largas ausencias de su padre era su madre quien llevaba la batuta, pero al volver Steve era entonces él quien mandaba a todos, excepto a Clara, la cual solía humillarlo delante de sus hijos ordenándole sacar la basura o lavar el refrigerador. Así lo recordaba Jim amargamente: "Le ordenaba sacar la basura y él sin chistar lo hacía". Esta actitud forjó en Jim un pésimo concepto hacía la autoridad y hacia quien la ejercía, concepto que habría de cargar consigo el resto de su vida (sus arrestos y encuentros con la policía habrían de confirmarlo) así como la profunda misoginia de la cual Jim siempre estuvo orgulloso y que jamás se encargó de ocultar.
Un pasaje interesante de los primeros años de Morrison, es cuando vio morir a orillas de un camino en Nuevo México a un grupo de indios Navajos, este hecho lo marcó para siempre, años más tarde comentó que el fantasma de uno de los indios había tomado su cuerpo.
Jim Morrison fue el único intelectual de las grandes estrellas del rock. Vivió 27 años, como Jimy Hendrix y Janis Joplin. Lideró un espectacular experimento en la cultura popular moderna, el explosivo intento de concentrar, fusionadas, en actos y en acción subversiva, el teatro y la música, la rebelión política y la liberación del cuerpo, el aprovechamiento económico y la solidaridad, la manipulación mediática y la verdad personal, los rituales religiosos indígenas y las indagaciones de la psicología de masas y la psiquiatría modernas. Lejos de la sumisión y la complacencia, Jim interpelaba a su público, intentaba subvertirlo, lo desafiaba, incitándole a los viajes más inseguros: “Toma la autopista hacia el fondo de la noche/.../Haz un viaje a la medianoche luminosa/... /Algunos han nacido para la noche que no tiene fin”, decía en una canción.
Jim Morrison tenía visiones de artista y actitud de artista, es decir, el arresto suficiente para asir a aquéllas inmediatamente y comprometerse en su materialización. Una noche, en un concierto en el Wiskey a Go-go, un bar musical de Los Ángeles, sintió deseos de cantar The End, una gran canción, por la belleza melódica de las letras (This is the end, my only friend, the end), por la atmósfera turbadora, por sus estremecedoras insinuaciones sobre el mundo; una canción que hablaba de personas “desesperadamente ávidas de alguna mano extraña/en una tierra desesperada”. Aquella noche Jim cambió repentinamente la letra. “Algo hizo click en mi mente”, contó después. Improvisó una historia que tenía a la vez algo de sagrado y de siniestro; la historia de un asesino, un joven que vuelve a la casa familiar a medianoche, visita la habitación de su hermana, se acerca sigiloso hasta la puerta del dormitorio de sus padres y pregunta: “–¿Padre? // -Sí, hijo? /…/– “Quiero ma-tar-te”. Jim lo dijo lentamente. Después miró al frente, con rabia: “–Madre...-continuó- … quiero… / co-ger-teee”. El susurro melódico, la historia del parricidio y el incesto y el grito de Morrison produjeron un gran impacto en la audiencia: “El lugar entero enloqueció. La contra-cultura cristalizaba, y era asumida como una liberación.
Era eso, la turbadora presencia del mal en la vida, lo que ocurría en Morrison, que cantaba casi siempre en estado de ebriedad, arrojaba cigarrillos encendidos al público e insultaba a los jóvenes de la audiencia. En un concierto del 8 de junio, Morrison, en estado de rabia, pisoteó el micrófono hasta destrozarlo. Otra vez lanzó en el escenario un golpe de puño a Asher Dann, del equipo de Los Doors. En San Francisco, el 9 de junio, llegó tarde y borracho a un concierto en el Fillmore Auditorium; en cierto momento tomó un cable y con los ojos cerrados arrojó el micrófono y empezó a hacerlo rotar en círculo, como arma arrojadiza, casi rozando la cabeza de los espectadores: Bill Graham, productor del acto, corrió e intentó detenerlo pero solo consiguió que el micrófono golpeara rotundamente en su cabeza. Morrison cantaba, hablaba y actuaba en serio. En Long Beach, 17 de junio de 1967, estuvo bebiendo toda la tarde; cuando llegó el momento de cantar poco pudo hacer: cayó en “coma alcohólico” y tuvo que ser retirado del escenario. Según el barman, Morrison tomó esa tarde veintiséis vasos de whisky, ocho más que Dyland Thomas, que murió después de su proeza.
Jim Morrison lanzó en un concierto un discurso interrumpido e injurioso. Acusó con sarcasmos al público de una excesiva pasividad ante la manipulación de que era víctima. “Son un atado de imbéciles”, les dijo. “¡Nada de límites, nada de leyes”, gritaba. En un momento pareció renunciar a todo con una exclamación más alta y más larga: “No quiero esta mierd…. “¡Váyanse a la mierd…!”, se oyó. Parecía la frase final de la noche. Pero Jim no se marchó. La música continuó. Morrison pidió al público subir al escenario. Los policías se pusieron en guardia. Todo podía terminar mal, muy mal. Acudiendo al llamado, los jóvenes empezaron a avanzar. Entre canción y arenga, el cantante se había apoderado de ellos, y siguió provocándolos. La música continuaba. Jim se sacó la camiseta y empezó a hacerla ondular delante de sus piernas. Enseguida hizo ademanes de despojarse del pantalón. Más de cien jóvenes subieron al escenario. Jim siguió con la música, la perorata y sus movimientos agitados. En la confusión, consiguió apoderarse del casco de un policía y lo hizo volar sobre la multitud. En revancha, el policía arrancó el sombrero de Jim y lo lanzó también al público. Todo estaba trastornado. Era “el efecto Morrison”. Jim empezó a bailar con varias chicas. Hasta que todo estalló: una parte de la audiencia empezó a desvestirse, mientras el líder gesticulaba y empujaba a la gente. Estaba poseído. Bailaba “con diez mil personas siguiéndolo... la audiencia parecía un remolino gigante con Jim en el medio”, recuerda John Desmore, baterista del grupo. El chamán delirante había conseguido enloquecer a la tribu. Miles de botellas de vino y cerveza quedaron en el suelo, sembrado también de blusas, calzones, calcetines y sostenes, que el público había arrojado por doquier en esos momentos en que aceptó el desafío de liberación lanzado por Jim Morrison, un hombre dispuesto a vivir siempre en trance de subversión del mundo.
Esta fue otra manera de abrir mentes y puertas, sobre el concierto Jim diría: " No hay reglas en un concierto de rock, todo es posible, en Miami intente reducir el mito al absurdo, la gente no fue allí a escuchar música, hable a cada uno de los individuos de la masa y les pregunte que querían hacer.... el juicio no me afectara porque insisto en que creo que no he hecho nada malo, la indignación ante eso no tiene sentido, estaba alimentando al imagen que se habían creado a mi alrededor y con la que yo cooperaba, a veces conscientemente y la mayoría inconscientemente. Estaba probando los limites de la realidad, sentía curiosidad por ver que pasaría, eso fue todo: curiosidad"
Lo normal es que Pamela acabara a golpes con las amantes que Jim se traía a casa; Jim llego a darla en pleno ataque de histeria un cuchillo y le pidió que le matara o le castrara.
Jim Morrison consumía varios tipos de drogas: (LSD, cocaína, cannabis y peyote) y, según se dice, siempre defendió el uso de estas drogas psicoactivas. Sin embargo, jamás se inyectó heroína, principalmente porque tenía diagnosticada una fobia a las agujas, por la cual era imposible que se inyectara esta sustancia. Otro ejemplo claro de lo en contra que estaba Jim de la heroína, es que cierto día encontró a Pamela fuertemente drogada con heroína y fue en busca del proveedor de esta sustancia, que era un conocido de ambos, para darle una paliza. Se dice que la cocaína era la droga de su predilección por el efecto "acelerador".
Diagnóstico presuntivo
Trastorno de la personalidad-límite
Como vemos Morrison nunca pudo mantener relaciones sentimentales estables, debido en parte por su alta promiscuidad. Su principal amante, por decirlo así, fue Pam con quien tuvo varios enfrentamientos de carácter agresivo y separaciones a lo largo de su vida. Otra característica de este trastorno es la impulsividad, actitud por de más frecuente en Jim.
Diferencia con trastornos de la afectividad
El trastorno límite de la personalidad suele ser co-ocurrente con trastornos del estado de ánimo. Algunos rasgos del TLP pueden incluso solaparse con esos mismos trastornos, complicando una evaluación diagnóstica diferencial.
Ambos diagnósticos implican síntomas conocidos comúnmente como "oscilaciones emocionales". En el trastorno bipolar, el término se refiere a episodios cíclicos de ánimo elevado y deprimido que generalmente dura semanas o meses. En la variante cicladora rápida de este trastorno hay más de cuatro episodios al año, pero incluso en este caso las oscilaciones se mantienen más que en el TLP.
La situación de un borderline supone una marcada labilidad y reactividad emocional a la que se suele denominar disregulación emocional. El comportamiento típico se produce en respuesta a factores externos psicosociales y a estresantes intrapsíquicos y pueden surgir o desaparecer repentina y dramáticamente y durar segundos, minutos, horas o días.
La depresión bipolar es más generalizada, con trastornos del apetito y del sueño, así como una marcada ausencia de reactividad emocional, mientras que el estado de ánimo de una personalidad TLP con co-ocurrencia de distimia permanece destacablemente reactiva y sin trastornos agudos del sueño.
Hay un debate sobre la relación entre el trastorno bipolar y el TLP. Algunos sostienen que éste último representa una forma subumbral del trastorno afectivo, mientras que otros mantienen la distinción entre trastornos, aunque hay que hacer notar que suelen darse simultáneamente.
El abuso de substancias es un problema común en el TLP, tanto si es debido a la impulsividad o bien a un mecanismo para soportar otros síntomas y entre un 50-70% de los pacientes psiquiátricos con TLP cumplen el criterio de un trastorno por abuso de substancias.
Los varones con TLP suelen tener con más frecuencia problemas con el abuso de substancias y comorbididad con el trastorno narcisista, trastorno esquizotípico y trastorno antisocial.
Última foto antes de morir |
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